El Gipsy Rose es mi bar en Dublín.
Hace muchos años, cuando estudiaba en Bilbao, adquirí el hábito de ir al Casco Viejo a escuchar a un chico que cantaba canciones de Silvio Rodríguez acompañado de su guitarra. Iba muchas tardes, le escuchaba y miraba, le echaba una moneda (veinte duros) y disfrutaba de una especie de extraña complicidad entre desconocidos.
La primera vez que pasé por delante del Gipsy Rose estaban abriendo la persiana y, solo con verlo desde fuera, pensé: este es mi bar. Me recordó al Susies Saloon de Amsterdam y remotamente al Lucky Red en Roma o al Zeppelin de Salou, en cualquier caso no me confundí.
Cada viernes, a eso de las nueve y media, me siento con mi pinta de Guinness en una mesa muy cerquita del escenario y cada viernes, a eso de las diez, disfruto de la música y la extraña complicidad entre desconocidos. Entre alardes instrumentales como el vuelo del moscardón o la marcha turca, Deko interpreta dignísimas versiones de temas de Pink Floyd, Eagles, Queen o Metallica, entre otros.
Lo que no sabe Deko es que cuando se calla para dejar que el público interprete el estribillo de "Sweet home Alabama" nosotros gritamos "miña terra galega". Quizás algún día se entere.
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