28 febrero, 2013

Móvil

Mi relación con los móviles es... complicada.

Si hubiera un ciclo superior, medio, o inferior, de utilización de móviles yo tendría la obligación moral de matricularme, que lo aprobara ya sería otra cuestión.

Parece ser que en Dublín, entre otras cosas, nos dan una tarjeta para el móvil. Por lo visto tenemos que meterla en un móvil liberado y recargarla. Y parece ser que lo ideal para mi situación sería tener la posibilidad de usar el guasap con wifi... todo parece ser y todo es por lo visto porque no tengo ni idea.

En esta tesitura de ignorancia absoluta Xan ha decidido que me presta su móvil, y esta mañana, con la consigna de "más vale ser previsor", me ha comunicado que ya tiene puesta la hora y el tiempo (climatológico) de Dublín. 

La condición para el préstamo es que recoja una cosecha de maíz exactamente dos meses después de que él la plante. ¡Cosas veredes...!

25 febrero, 2013

Genética II

Creo que se me olvidó una lista entre las listas, la lista de cosas que hacer cuando esté en Dublín.

Hace un montón de años escribí un montón de cartas, cartas a mis amigos, cartas a mi novio, cartas a conocidos y desconocidos, un montón de años de mi vida escribiendo montones de cartas.

Desde hace algunos años Sabela ronda el buzón, pregunta por qué nadie le escribe y ha intentado escribir, cartas y postales, para ser correspondida. Salvo alguna postal anecdótica y alguna carta del banco nunca hay nada en el buzón para Sabela, y me temo que está perdiendo la esperanza, o las ganas, o la ilusión.

Supongo que es mucho suponer suponer que voy a ser capaz de escribirle de forma regular pero entre mis buenos propósitos está conseguir que Sabela viva la ilusión de abrir el buzón y encontrar una carta. Todo el mundo debería tener la oportunidad de vivir esa sensación, aunque quizás las cartas de mamá no sean lo mismo, no sé, habrá que intentarlo.

La genética es caprichosa y a menudo los hijos, más o menos dolorosamente, se nos parecen.

23 febrero, 2013

Regalo

Hace ya casi medio mes me hicieron un regalo "de despedida" (por si quería cambiarlo antes de que caducase el ticket).








Sí, es un paraguas (y una bolsa multiuso a juego), pequeñito y muy ligero, ideal para viajar y... para la lluvia



También es ideal para no olvidarme de que hay gente que, por alguna razón, tiene el impulso espontáneo de tener un detalle conmigo.



Lo dicho, ideal para las lluvias (de todo tipo).

22 febrero, 2013

Cinco becas

Decían las malas lenguas que este año había ocho becas, ocho posibilidades de que alguien fuera a Dublín, gratis, sin más condición que aprobar el curso en marzo.

La reserva del avión dice que vamos cinco:



Y yo añado, cinco chicas.

Lo dejaremos en la anécdota, sin análisis sexistas de ningún tipo, sin valoraciones, cada uno elige sus propias oportunidades, cuando hay oportunidades y posibilidad de elegir.


21 febrero, 2013

Entrevistas IV

Iba a hacerme una entrevista a mí misma pero quedaría un tanto dragoniano (de Sánchez Dragó, vamos).

Evidentemente sé dónde voy (así por encima, concretamente lo sabré cuando llegue) y sé cuánto tiempo espero estar allí. 

Por qué me voy es algo más complejo, algo en lo que entran muchas consideraciones de todo tipo:
- porque es gratis
- porque estoy harta de aprender idiomas y nunca atreverme a practicarlos
- porque me siento incapaz de hacer muchísimas cosas por mí misma y tengo la necesidad de comprobar si sacando todo de contexto sigo siendo incapaz de hacerlas o no
- porque me hace sentirme protagonista de mi vida temporalmente
- porque es una opción que me ayuda a no enfrentarme a otras
- porque estoy harta de mí misma

Voy a echar de menos muchísimo el contacto físico: dormir con Carlos, los besos, los abrazos... y no voy a echar en absoluto de menos los deberes de Sabela, las divisiones entre dos cifras, las maquinitas de Xan, los enfados, los mosqueos, los reproches, los gritos, los remordimientos...

Quizás en el fondo solo me vaya para alejarme de las cosas que no voy a echar de menos.

20 febrero, 2013

Entrevistas III

Carlos (42 años), recién llegado de trabajar, lo recibo en mi/su cama.

- Que relación tes con Aivou?
- É a miña muller.
- Sabes onde vai viaxar en abril?
- Si, teño que dicir a onde?, si, a Dublín.
- Sabes canto tempo vai estar alí?
- Dous meses e medio.
- Tes idea de por que vai a Dublín?
- Si, para facer as prácticas do ciclo superior de informática.
- Que che parece que vaia?
- Paréceme ben porque eu non coñecía Dublín e así aproveitarei. E tamén aproveitarei para comprobar se en Irlanda explotan aos de prácticas igual que os explotamos nós na miña empresa.
- Que é o que máis vas botar de menos?
- Durmir con ela.
- Que é o que menos vas botar de menos? 
- ...
  ... (trinta segundos despois) Non se me ocurre nada.
  ... (dous minutos despois) Ai, xa se me ocurreu unha cousa, podo contestar agora?
  Anatomía de Grey.

19 febrero, 2013

Entrevistas II

Xan (12 años), tirado na cama wasapeando con su padre, me recibe en su cama.

- Que relación tes con Aivou?
- É a miña nai.
- Sabes onde vai viaxar en abril?
- Berlín... ai, Dublín!, xa mo pegaches!
- Sabes onde está Dublín?
- En Irlanda
- Sabes canto tempo vai estar alí?
- Dous meses.
- Tes idea de por que vai a Dublín?
- Vai co instituto de excursión.
- Que che parece que vaia?
- Moi ben. 
- Algo máis que engadir?
- Non, son home de poucas palabras.
- Que é o que máis vas botar de menos?
- ...
  ... (tras uns 30 segundos)... cousas variadas.
- Por exemplo?
- (encóllese de hombros)
- Que é o que menos vas botar de menos? 
- Que me berre.

18 febrero, 2013

Entrevistas I

Sabela (9 años), con una enorme camiseta verde de "St Patrick's Day 2012" (su camisón favorito) me recibe en su cama.

- Que relación tes con Aivou?
- É a miña nai.
- Sabes onde vai viaxar en abril?
- A Dublín.
- Sabes onde está Dublín?
- Amsterdam, Londres... creo que si... Londres?
- Sabes canto tempo vai estar alí?
- Dous ou tres meses.
- Tes idea de por que vai a Dublín?
- Porque é unha excursión para aprender máis inglés.
- Que che parece que vaia?
- Ben.
- Que é o que máis vas botar de menos?
- As chuches tan ricas que fai e a comida.
- Que é o que menos vas botar de menos?
- Os enfados.


16 febrero, 2013

Lluvia

Es más fácil hablar de lluvia desde un día de sol así que, como va a ser un tema inevitable, nos ocuparemos de las expectativas...

Lo primero es una declaración de principios: no me gusta que se me mojen las manos.

Cuando nació mi hijo tuvimos un otoño lluvioso seguido de un invierno extremadamente lluvioso (inundaciones incluidas). Cada día miraba al cielo, le ponía la burbuja de plástico al cochecito (que se convirtió en sillita) y... a la calle.

Dicen que en Dublín llueve, no sé si llueve mucho pero dicen que llueve muy seguido. Supongo que la lluvia en Dublín es el equivalente a la niebla en Monforte (pero más seguido) y que tiene los mismos efectos sobre la producción de endorfinas.

Así que... le daré la vuelta a la lluvia. Que llueva de abajo para arriba, que llueva de colores, que llueva dentro de los paraguas, que llueva seco y que salga el sol mojado, le buscaré el punto romántico, el lado poético, el manto de agua que envuelve la ciudad, saltar en los charcos, el arco iris inesperado... que llueva si quiere llover, no me voy a asustar.

Mientras no se me mojen las manos... no hay peligro.

14 febrero, 2013

Reglas

¿A que huelen las nubes?

Una de las preguntas que no me hago cuando tengo la regla es a qué huelen las nubes, ni me preocupa, ni me interesa. De hecho creo que a mí la mala leche se me huele desde lejos (solo hay que verme para olérselo). Pero la mala leche es un problema relativo porque normalmente con quien más me enfado es conmigo misma.

Dado que ahora mismo tengo la regla calculo al menos 3 reglas dublinesas, tres momentos críticos.

El problema real de mis reglas es que me puedo deprimir hasta límites insoportables. Puedo (y suelo) sentir que nada tiene sentido, que las cosas funcionan mejor sin mí... y me da miedo sentir ese tipo de cosas lejos de mi zona de confort.

Incluyo mi mooncup en mi lista de objetos imprescindibles y cruzo los dedos.

13 febrero, 2013

Recta final

Aunque las prácticas (y un proyecto simultáneo) también forman parte del curso, pasada la semana de huelga y los carnavales, la sensación de recta final es inminente.

Hace un par de cursos empecé el ciclo sin demasiada convicción. Ese año fue una locura, al tiempo invertido en el horario de clases propio de un ciclo formativo tuve que sumarle un montón de horas de trabajo en casa porque, todo hay que decirlo, no soy ni intuitiva, ni rápida en asuntos informáticos. Las horas de estudios se comieron horas de vida, de sueño, de mi "trabajo" de mamá, se comieron mis clases de bolillos y hasta mis horas de pilates y de piscina.

El segundo curso decidí tomármelo con más calma y dividirlo en dos años. Así el año pasado saqué algo más de la mitad de las materias y vi marcharse a Dublín y acabar el ciclo a mis compañeros (la primera promoción del nuevo plan de estudios) con una mezcla de envidia y resignación.

El próximo 6 de marzo es la fecha de fin de exámenes, a partir de ahí quedan los exámenes finales (que confío no tener que hacer) y el día 11 es la evaluación. En la práctica, como yo no tengo clase los viernes, a partir de mañana y hasta el día 6 me quedan 12 días lectivos, dos (o tres) exámenes y se acabaron las clases, para siempre.

C'est fini! Un final con sabor a principio.



12 febrero, 2013

Genética

Hacen falta unas cuantas generaciones para forjar una fortuna familiar pero una sola para dilapidarla.

Hace unos días fui al banco a pedir una tarjeta de crédito que sirva de respaldo a mi 4B. Por alguna razón práctica que me explicaron y que no quise ni entender, ni discutir, mi marido tenía que ir a firmar la solicitud.

En mi familia se cuenta la historia de mi abuelo, que en algún momento de su vida tuvo uno de los primeros coches de la zona (en la cantina de la estación había una foto de mi abuelo en su coche por el desfiladero de Pancorbo). Se cuenta que pasó algún tiempo en París y todo suena con regusto a "bon vivant". Y, aunque no se cuenta, la siguiente generación ya no conoció ese ritmo de vida.

Mi marido, quién sabe si desconfiando de mi genética, aprovechó la visita al banco para consultar un par de saldos y hacer números.

En principio no tengo intención de dilapidar ninguna supuesta fortuna.

11 febrero, 2013

Pipas

Por alguna razón en algunos países europeos no se come pipas.

El descubrimiento de esta tremenda carencia cultural tuvo lugar en mayo del año pasado en Ámsterdam, y lo cierto es que por más que intento recordar si en el resto de destinos europeos que he visitado en los últimos años había o no había pipas no lo consigo.

En Londres recuerdo haber comprado hummus para acompañar ensaladas (puede ser que estuviera a dieta), en Roma me veo comiendo un helado, ¿París?, ¿Venecia?, en Florencia recuerdo haber comprado una bolsa de frutos secos variados que no incluía pipas, ¿en Lisboa quizás, por proximidad?... nada, imposible.

Fue en Ámsterdam donde realmente las busqué y no las encontré.

La solución de mi profesora de inglés no me acaba de convencer, dice que en el único sitio donde se le ocurre que pueda encontrarlas es en una tienda de mascotas. Pero es que a mí las pipas crudas que comen los hámsters o los loros no me llegan a la categoría de pipas, no me dan para cenar.

Así que, cuando sepa cuánto pesa mi ropa y enseres personales, y cuánto pesa mi maleta, le restaré el total a los 20 kilos que puedo facturar y dividiré el resultado entre el peso de una bolsa de pipas, de las buenas, de las grandotas saladas, que no soy un hámster, ¡carallo!

10 febrero, 2013

Carnet de estudiante

Soy oficial e internacionalmente estudiante.

Supongo que en la práctica llevo varios años siéndolo, y en un sentido más o menos poético llevo siéndolo toda la vida. Pero que a estas alturas de la vida un carnet acredite que soy estudiante me resulta tan inesperado como divertido.

Desde hace tiempo me preguntaba qué tipo de documentación servía para demostar en un museo de cualquier sitio del mundo, que una persona es estudiante, y más una persona que no encaja con el perfil (al menos de edad) de un estudiante.

Internet me contó que el docunento en cuestión se llama ISC (International Student Card), en el instituto certificaron que estoy matriculada en un curso completo y con un viaje a Ourense, 6 euros y el sentimiento de que es otra última oportunidad, aquí estoy:



Demasiado vieja para ser joven, demasiado joven para ser jubilada... ser estudiante no tiene edad.

09 febrero, 2013

English

En el noventa y nueve por ciento de las ocasiones la pregunta que sigue a cualquiera de las dos versiones de reacción es "¿y el inglés?".

El inglés me preocupa.

Me preocupa que las pruebas de nivel que hicimos en clase creen unas expectativas equivocadas, me inquieta que mi currículo refleje un B1, porque no me parece real y porque preferiría sorprender para bien que para mal, como todo el mundo, supongo.

Me preocupa no entender lo que me dicen porque cada vez me pasa más en castellano y en gallego, sospecho que en mi lista de cosas que hacer debería incluir una revisión auditiva.

Y cuando el inglés me preocupa cambio mi preocupación por otras preocupaciones y despisto al enemigo.

En el noventa y nueve por ciento de las ocasiones la respuesta es "pues espero que vuelva mejor que como va".

07 febrero, 2013

Veinteañeros

Una de las ventajas de volver al instituto a los cuarenta es la posibilidad de codearte con veinteañeros.

Sí que es verdad que a veces el salto generacional es un abismo, que no saben de qué hablas cuando hablas de tu música, tus dibujos animados, tus libros y/o escritores, de tus referencias de toda la vida.

Sí que es verdad que a veces te cuentan que sus madres son más jovenes que tú.

Y a veces te vuelven loca con su forma de ser y hacer.

Pero a mí me compensa. Me compensa su sangre joven, la bocanada de aire fresco, la facilidad para reírse y para disfrutar, la capacidad de sorprenderse, de descubrir...

No sé qué voy a hacer cuando acabe este ciclo, dónde voy a encontrar más espíritu veinteañero que vampirizar para no dejarme envejecer de repente...

Porque salir de cañas y no hablar de achaques no tiene precio.

06 febrero, 2013

Confesiones

Tengo algo que confesar... no me gusta la informática.

¿Y cómo acaba alguien a quien no le gusta la informática haciendo unas prácticas en Dublín?... pues con una serie de casuales peticiones a las que no supe decir que no.

Primero aterricé en el ciclo medio (nocturno, modular), de módulo en módulo (de hecho en tres años hice dos módulos, que uno lo planté porque no me parecía bien el profesor).
La petición correspondiente fue algo como: "Estoy harto de llevar a formatear el ordenador, ¿por qué no te apuntas a un ciclo de informática y así lo haces tú?"
El artífice de la petición, evidentemente, mi marido.
El resultado: no más formateos a tocateja.

El segundo aterrizaje debido a la segunda petición fue en el ciclo superior (diurno, no modular).
La petición correspondiente fue algo como: "Hay muy pocas matrículas para el ciclo superior y tememos que lo quiten, ¿te importaría matricularte?"
La artífice de la petición fue una profe, Carina, mi tutora en aquel primer año del nocturno modular.
El resultado: este blog, entre otras cosas.

No me gusta la informática pero me gusta y necesito tener la cabeza ocupada, aprender cosas, demostrarme que mi cerebro sigue funcionando y respondiendo. Y creo que lo he demostrado.

En algunas ocasiones es bueno no saber decir que no.

05 febrero, 2013

Habemus fechas

Por fin tenemos fechas y billetes de avión. Del 2 de abril al 18 de junio buscadme en Dublín.

¿Qué si estoy nerviosa?, sí. ¿Que si estoy ilusionada?, pues sí. ¿Que si estoy impaciente?, sí. ¿Que si estoy nerviosa?, ¡que sí, carallo, que sí!

Y para entretenerme, un par de cifras: un máximo de 10 kilos de equipaje de mano y una maleta facturada con máximo de 20 kilos... aún me caben unos paquetes de pipas.

¡Ahí voy (aivou), Dublín!

04 febrero, 2013

Reacciones

Cada vez que le cuento a alguien mi resolución de irme a Dublín recibo, como un chaparrón, su reacción inmediata. Después la gente modula, modera, adorna, reflexiona y elabora su postura, pero la primera reacción no engaña.

En general hay dos grandes grupos:

Está el grupo de los que ven una gran ocasión, algo que no se puede dejar pasar, y que envidian la oportunidad, esos que con una sincera sonrisa te dicen un "¡qué suerte!"

En el otro extremo está el grupo de los que además de pensar que es una locura censuran internamente que "abandones" a tu familia, y su primera pregunta es "¿y que vas a hacer con los niños?", adornada con una mueca de difícil interpretación.

Supongo que yo me sitúo en un grupo intermedio, entre ¡qué suerte! y ¡qué locura!, pero si algo tengo claro es que ahora es cuando tengo la oportunidad y ahora es cuando puedo permitírmelo, confío plenamente en las manos que se van a ocupar de mis hijos.


03 febrero, 2013

Cerezas

Aún no sé fechas, fechas concretas, solo sé fechas aproximadas que van cambiando con los rumores.

Cuando empecé a plantearme seriamente la posibilidad de irme a Dublín calculé, basándome en las fechas del año pasado, que me iba a perder dos de los acontecimientos importantes de cada año. 

El primero, que aún me reconcome, es el cumpleaños de Sabela. Lo hablé con ella y dijo que no le importaba, si le compraba un regalo (a estas alturas ya ha perfilado más y sabe exactamente lo que le tengo que comprar), pero hoy mismo me ha preguntado si le podía hacer galletas para su cumpleaños... (suspiro).

El segundo acontecimiento, celebérrimo en mi casa y en mi entorno (instituto incluido), es la cosecha de cerezas del cerezo de mí jardín. No os voy a contar mucho de mis cerezas porque todo lo que diga se queda corto, las cerezas son mi fruta favorita y las cerezas de mi cerezo son las mejores que he probado en mi vida, no tengo más que añadir.

El caso es que el baile de fechas cada vez me acerca más a mis queridas cerezas y no se me ocurre mejor momento para volver que en plena cosecha.

02 febrero, 2013

Como un queso

Mi intención era ponerme como un queso antes de irme a Dublín pero me temo que ya no me da tiempo.

¿Y por qué quería ponerme como un queso?... Yo qué sé, quizás porque me preocupan demasiadas cosas e intento despistarme preocupándome por mi aspecto físico, quizás porque soy consciente de que voy a conocer a un montón de gente y quiero no dar una mala primera impresión, o quizás porque soy tan banal que pienso que pesando cinco o seis kilos menos no se va a notar que tengo veinte años más.

Lo cierto es que mis momentos críticos se caracterizan por sustanciales aumentos o pérdidas de peso y estos días no puedo parar de comer compulsivamente todo lo que pillo por casa.


Bueno, pero que conste que como un queso estoy... uno de bola, tal vez. 

01 febrero, 2013

Invisibilidad

La invisibilidad es un tema recurrente en mis montañas rusas anímicas.

Siempre me ha angustiado ser invisible, esa horrible sensación de que lo que haces o dices no le importa a nadie, la sensación de no dejar huella, de poder no estar sin que nada cambie.

Me preocupa mi invisibilidad pero me molesta otra invisibilidad, una que las amas y los amos de casa conocemos muy bien, y las no amas de casa y los no amos de casa que además de trabajar ponen una casa en marcha. Es la invisibilidad del trabajo, de esas mil pequeñas cosas que haces en casa al cabo de un día y que no se ven, no se notan y nadie parece apreciar, las mil pequeñas cosas que trazan la fina línea entre el orden/desorden y el caos.

Sería una maldad, además de una mentira, decir que me voy a Dublín para hacer visibles esas pequeñas invisibilidades del día a día. Y no, no es cierto, pero tampoco sería sincera si os dijera que no lo he pensado, que no he pensado que es una oportunidad de que me echen de menos, de que descubran las cosas que no se limpian solas, que no se ordenan solas, que no puedes buscar lo que previamente no compra alguien, que no puedes encontrar lo que no sabes dónde guardas…

Espero que la visibilidad de lo invisible no haga daño a nadie.