Cuando la cuenta atrás se junta con la "cuenta adelante" estamos en el ecuador.
Después de un mes y una semana de constantes cambios, de conocer gente y autobuses, de aprender cómo moverme, cómo comer, cómo trabajar y hasta cómo salir, estamos en la mitad de esta aventura.
Con dos paquetes y medio de pipas y mi mermelada casera acabada pienso en la cuña de queso manchego que no metí en la maleta.
Con la tarjeta del autobús caducada (y sustituida) y mi pincho USB recargado pienso en las mentiras que quizá nadie dijo pero yo me creí (creí que iba a tener una conexión normal cuando me aseguraron que tendría internet en casa)
Con la época de cumpleaños al caer (Carlos en mayo y Sabela en junio) pienso en la cocina que no tengo para preparar las tartas, las chuches y las galletas.
Con los cerezos dublineses floreciendo por fin (hasta ahora no me constaba que hubiera cerezos en Dublín) pienso en las cerezas que este año no voy a comer.
Supongo que el ecuador es una de esas ocasiones, como el fin de curso o el fin de año, que nos llevan a hacer balance pero, como no estoy segura del resultado, lo dejaré para el fin de...
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