Dublín, y supongo que Irlanda en general, es un lugar lleno de iglesias.
De camino a mi trabajo, en unos tres minutos de autobús veo seis iglesias, empezando por la famosa Christ Church, donde se pueden ver las momias de un gato y una rata rescatadas de uno de los tubos del órgano, hasta la iglesia de Saint James, en pleno corazón del territorio Guinness, donde puedes empezar el peregrinaje a Santiago recogiendo tu credencial en la sacristía.
Como curiosidad podemos añadir la famosa "The Church" con su bar/restaurante dentro, donde se casó Sir Arthur Guinness (antes de tener sus 21 hijos, supongo) y cuyo portero me reconoce y sonríe porque silbo.
Pero una de las cosas que más me inquieta sobre las iglesias de Dublín es viajar en el autobús junto a gente que se santigüa al pasar por ellas.
No sé si se santigüan en todas, si depende de la religión, si tienen una "iglesia de cabecera" y sólo se santiguan al pasar delante de ella, pero esta gente, en ocasiones, se santigua.
¡Qué trabajos nos da el Señor!
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