Una de las ventajas de volver al instituto a los cuarenta es la posibilidad de codearte con veinteañeros.
Sí que es verdad que a veces el salto generacional es un abismo, que no saben de qué hablas cuando hablas de tu música, tus dibujos animados, tus libros y/o escritores, de tus referencias de toda la vida.
Sí que es verdad que a veces te cuentan que sus madres son más jovenes que tú.
Y a veces te vuelven loca con su forma de ser y hacer.
Pero a mí me compensa. Me compensa su sangre joven, la bocanada de aire fresco, la facilidad para reírse y para disfrutar, la capacidad de sorprenderse, de descubrir...
No sé qué voy a hacer cuando acabe este ciclo, dónde voy a encontrar más espíritu veinteañero que vampirizar para no dejarme envejecer de repente...
Porque salir de cañas y no hablar de achaques no tiene precio.
Non sabes a envexa que me dá que teñas a oportunidade de estar con rapaces sendo -máis ou menos- unha deles. Eu xa me sinto afortunada de telos preto, aínda que sendo profe non cheire nin a metade da súa forza e das ganas de vivir que teñen...
ResponderEliminarQue bo é sentirse entendida! :o) :o*
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