Creo que se me olvidó una lista entre las listas, la lista de cosas que hacer cuando esté en Dublín.
Hace un montón de años escribí un montón de cartas, cartas a mis amigos, cartas a mi novio, cartas a conocidos y desconocidos, un montón de años de mi vida escribiendo montones de cartas.
Desde hace algunos años Sabela ronda el buzón, pregunta por qué nadie le escribe y ha intentado escribir, cartas y postales, para ser correspondida. Salvo alguna postal anecdótica y alguna carta del banco nunca hay nada en el buzón para Sabela, y me temo que está perdiendo la esperanza, o las ganas, o la ilusión.
Supongo que es mucho suponer suponer que voy a ser capaz de escribirle de forma regular pero entre mis buenos propósitos está conseguir que Sabela viva la ilusión de abrir el buzón y encontrar una carta. Todo el mundo debería tener la oportunidad de vivir esa sensación, aunque quizás las cartas de mamá no sean lo mismo, no sé, habrá que intentarlo.
La genética es caprichosa y a menudo los hijos, más o menos dolorosamente, se nos parecen.
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