Por alguna razón en algunos países europeos no se come pipas.
El descubrimiento de esta tremenda carencia cultural tuvo lugar en mayo del año pasado en Ámsterdam, y lo cierto es que por más que intento recordar si en el resto de destinos europeos que he visitado en los últimos años había o no había pipas no lo consigo.
En Londres recuerdo haber comprado hummus para acompañar ensaladas (puede ser que estuviera a dieta), en Roma me veo comiendo un helado, ¿París?, ¿Venecia?, en Florencia recuerdo haber comprado una bolsa de frutos secos variados que no incluía pipas, ¿en Lisboa quizás, por proximidad?... nada, imposible.
Fue en Ámsterdam donde realmente las busqué y no las encontré.
La solución de mi profesora de inglés no me acaba de convencer, dice que en el único sitio donde se le ocurre que pueda encontrarlas es en una tienda de mascotas. Pero es que a mí las pipas crudas que comen los hámsters o los loros no me llegan a la categoría de pipas, no me dan para cenar.
Así que, cuando sepa cuánto pesa mi ropa y enseres personales, y cuánto pesa mi maleta, le restaré el total a los 20 kilos que puedo facturar y dividiré el resultado entre el peso de una bolsa de pipas, de las buenas, de las grandotas saladas, que no soy un hámster, ¡carallo!
Como se nota que no sabemos lo que es pasar hambre...Tu profe de inglés. Je, je.
ResponderEliminarClaro, ¿cómo vamos a pasar hambre habiendo pipas? ;) :D
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