14 marzo, 2013

Reutilizar

Y sí, también lo confieso, tengo una relación enfermiza con mi báscula.

Hace unos años llegué a mi nivel máximo de peso y decidí tomar medidas, empecé a hacer una dieta y eso supuso un montón de cambios en mi vida: cambié de talla, cambié de amigos, cambié de humor y... compré una báscula.

Ahora peso casi lo mismo que en aquel momento, he perdido el contacto con casi toda la gente que conocí y... la báscula sigue ahí, con demasiada influencia sobre mi humor.

Mi báscula, que tantas alegrías y disgustos me da, merece un empleo más digno, así que, de aquí a fin de mes, la dedicaré al pesaje de objetos diversos, hasta un total de 30 kilos.

Quién sabe, quizás después la jubile.

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