Las listas son pequeños invasores que se apropian de los segundos en blanco de mi cerebro.
Recuerdo una que me acompañó mucho tiempo: “lengua, matemáticas, historia…”, en cuanto me despistaba ahí estaba, saltando una y otra vez.
Según se acerca la hora de la partida (y en dos días se ha acercado más de medio mes) mi cerebro dedica más y más tiempo de su uso al “asunto Dublín”. Una de sus actividades favoritas es lanzar sin previo aviso la lista de lo que tengo que hacer antes de irme a Dublín, y varias de las entradas de esa lista consisten en hacer listas (físicas, no mentales, que si no no llegamos a ninguna parte)
Cosas que tengo que llevar, ropa que quiero llevar, cosas que me gustaría hacer antes de marchar, documentos que tengo que preparar…
Voy a empezar a colgar listas con imanes en la nevera, que puede que necesite el cerebro para algo.
Recuerdo una que me acompañó mucho tiempo: “lengua, matemáticas, historia…”, en cuanto me despistaba ahí estaba, saltando una y otra vez.
Según se acerca la hora de la partida (y en dos días se ha acercado más de medio mes) mi cerebro dedica más y más tiempo de su uso al “asunto Dublín”. Una de sus actividades favoritas es lanzar sin previo aviso la lista de lo que tengo que hacer antes de irme a Dublín, y varias de las entradas de esa lista consisten en hacer listas (físicas, no mentales, que si no no llegamos a ninguna parte)
Cosas que tengo que llevar, ropa que quiero llevar, cosas que me gustaría hacer antes de marchar, documentos que tengo que preparar…
Voy a empezar a colgar listas con imanes en la nevera, que puede que necesite el cerebro para algo.
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